A la primera alarma de mi celular me doy cuenta que el día comienza pero aun así no me importa quiero volver a mi mundo de sueños y dejar que el cuarto gire a mi alrededor.
Pero el mundo quiere que gire con él.
Espero que suene una segunda o incluso tercera vez antes de rendirme y empezar con la rutina.
La rutina empieza en el momento en que tomo el celular y me dirijo a mi pequeña sala. Busco un espacio cómodo y en lo que arreglo mis ideas en la cabeza, reviso si hay algún mensaje en Xperia. Algún saludo de buenos días o algún plan para el viernes. No encuentro ninguno y continúo con la rutina.
Vivir solo me da libertades sencillas, ocupar el baño por completo o usar la cocina en su totalidad para un buen desayuno o un experimento culinario. Las posibilidades son limitadas pero satisfactorias dependiendo de los resultados. La rutina continúa.
El desayuno es ligero pero suficiente y el aseo personal es rápido pero adecuado. Mi mente recuerda que hacer, mi cuerpo sabe responder y mis ideas se comienzan a despejar.
Cuando regreso a la habitación veo el reloj y aun tengo tiempo de sobra. Enciendo la tele para ver las noticias y busco una almohada. Entre mis ideas recuerdo mi sueño de estos días.
Hemos vivido solos por poco menos de un mes. No nos sentimos depresivos o tristes pero…si nos falta algo. Y tu no me ayudas a dejar de recordar.
Volteo a la ventana y así comienza el día. Tenemos que limpiar este lugar…
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